LA GUILLOTINA DEL PASAPORTE SANITARIO

Uno de los períodos más sangrientos de la violentísima Revolución Francesa fue el protagonizado por el Comité de Salvación (o Salud) Pública, estamento que, usurpando poderes a la Convención Nacional, entre 1793 y 1795, dirigió el país y su transformación artificial como una auténtica dictadura, conocida como el Reinado del Terror.

La palabra "salvación" y "salud" tienen una etimología común, pues provienen del término latino "salus". Y no es casualidad que el mencionado Comité -constituido por elementos clave masones- se bautizara así, pues pretendía salvar/sanar a los ciudadanos construyendo una ideología fanática a partir del humanitarismo, el idealismo social, el laicismo y el patriotismo expansivo.

¿Les resulta familiar? A mí, sí.

Imponer hoy una "nueva normalidad" es posible gracias a una alarma social de tipo sanitario. Los masones de siempre actúan como siempre y saben perfectamente que, para conducir al rebaño a su sociedad ideal, es preciso aplicar medidas totalitaristas. ¿Cómo evitar resistencias? Muy sencillo: convenciéndoles de que se hace por su bien. Seguridad a costa de libertad.

Y la seguridad viene por medio de la salvación, de conquistar la salud en un escenario de mortífera pandemia.

Ellos tienen el poder, tienen los medios, diseñan planes y estrategias, y se aplican a la tarea de cambiar la historia. Por nuestro (su) bien. Para salvarnos/sanarnos. Y para el que se resiste, a finales del XVIII utilizaron la guillotina mecánica; ahora traen la guillotina social del pasaporte covid.

El contrarrevolucionario, quien rechace la vacuna, no sólo no estará autorizado a viajar, sino que tampoco podrá asistir a eventos deportivos, musicales o culturales ni entrar en supermercados. No podrá comprar ni vender (¿les suena?) sin el sello del leviatán.

Alrededor de 40.000 personas fueron ejecutadas durante los dos años del régimen del Comité de Salvación Pública, que aplicó medidas represivas extremas que llegaban al delirio. El sueño de la razón produce monstruos perfectamente legales que, en breve, cruzarán el umbral de nuestras conciencias.