LA "DOCTRINA DEL SHOCK" O CÓMO ENRIQUECERSE CREANDO ALARMAS MUNDIALES


"La fórmula es sencilla: crea el problema, infunde todo el temor posible y luego vende la solución. No falla".


Son palabras de Pedro Caba, exvicepresidente de la OMS, en 2010, a propósito de la "pandemia" de la gripe A.

Por aquella alarmante amenaza, se vendieron en España alrededor de 15 millones de mascarillas, unos 50 millones de envases de desinfectante de manos y guantes de látex... Y el Estado compró vacunas por un valor de 333 millones de euros que luego se demostraron inútiles.

En todo el mundo sucedió algo parecido. La OMS anunció que iban a morir al menos 150 millones de personas, la población se alarmó y parecía que se avecinaba el fin del mundo... Todo se desvaneció tras la venta masiva de vacunas.

Entonces se habló de la "mafia farmacéutica" y de sus conexiones directas con asesores y miembros de la OMS.

¿Cómo pudo darse un timo a esta escala? Sencillamente, "no interesaba contar la verdad. Estaban en juego cientos de miles de millones de dólares", explicaba el doctor Juan Gérvas, experto en salud pública.

Había habido al menos un ensayo previo, en 2005, con la crisis mundial de la gripe aviar. En España no hubo ni un solo fallecimiento. Sólo murió un pato en el País Vasco, en julio de 2006. Pero aquella ola de histeria nos costó 63 millones de euros, a los que se sumó 1,8 millones para acondicionar el laboratorio del Ejército donde se custodiaba y encapsulaba una parte de los antivirales, y 3,3 millones más en publicidad.

Los promotores en la sombra de ese primer ensayo aprendieron de los aciertos y los errores, concluyendo que la pieza clave era explotar el miedo de la población mediante la propaganda. Y apretaron el acelerador para la gripe A del 2009.

Entonces, en el Reino Unido, por ejemplo, los medios de comunicación pronosticaron 700.000 muertos y el gobierno aprobó la localización de fosas comunes en puntos estratégicos y la construcción de depósitos de cadáveres. En realidad, sólo murieron 44 personas.

Con la gripe A se calcula que las farmacéuticas ingresaron 4.000 millones de euros sólo en vacunas. Y lo peor de todo es que esas vacunas eran falsas, pues no existía vacuna para ese virus. Fue un invento. Tal cual.

"Ésta es una crisis de salud pública planificada al detalle -denunció en 2010 el citado Pedro Caba-. La OMS se atrevió a modificar incluso la definición de pandemia para poder lanzar una alerta máxima mundial cuando sólo había 1.000 infectados en México. Es algo inaudito, desproporcionado e irresponsable. Un obsceno ejercicio de ruido al que han contribuido ministros de sanidad, presidentes de gobiernos, farmacéuticas, medios de comunicación y, como buque insignia de todo el tinglado, la propia OMS".

La conclusión fue que el miedo, hábilmente administrado por corporaciones que manejan contabilidades varias veces superiores a los presupuestos de cualquier país europeo, da sus réditos.

Se habló de la "doctrina del shock" y de que había emergido una nueva manera de hacerse inmensamente rico a costa de la alarma global. Parecía que el mundo había aprendido la lección.

Pero no. Estamos en la tercera ola, pero no del covid, sino del timo.

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